Acaso es usted una de esas personas que califica de arrogante a las personas por poseer una mente independiente? de cruel por su inflexible integridad? de egoísta por haber tenido el valor de actuar concientemente convirtiéndose en el único responsable de su vida? Acaso usted califica a las personas de implacables por la férrea autodisciplina con la que llevó a cabo todo, de codiciosos por su poder creador de riquezas, de parásito por ser un inconcebible generador de éxitos, de antisocial por haber poseído la visión de aventurarse a caminos no descubiertos, de explotador y vulgar materialista al que mantuvo vivos a sus empleados con el trabajo ganado y remunerado justamente?
Acaso conoce usted el estado de ánimo de quienes ocupan un lugar secundario en la vida? Aquellas personas que están dominadas por el odio hacia los logros de los demás. Mediocres que no hacen nada más que estar estáticos, temblando ante el trabajo de otros por miedo a que resulte mejor que el de ellos. Así, en vez de admirar el éxito ajeno, lo envidian construyendo su sueño de grandeza en dónde todos los reconocen y son inferiores a ellos. Ciegos de que su sueño muestra la infalibilidad de su mediocridad. Estas personas no tienen ninguna idea de la soledad que se sufre estando en la cumbre, la soledad de anhelar a un igual, una persona digna de admirar y respetar. Semejante sueño mezquino es exactamente el que el virtuoso no podría soportar.
Así, sí la autoinmolación es lo que propones, te digo es una batalla sin sentido, y pongo fin a la misma quitándome de en medio declarándome en huelga, llevándome a la razón humana conmigo, es una cuestión de elección, nunca estaré de acuerdo con la doctrina de las recompensas no merecidas y de los deberes no recompensados, contra el dogma de que la búsqueda de la felicidad es pecado, contra la doctrina de que la vida es culpa. Por naturaleza, el ser humano es racional; pero es cuestión de elección que se lleva a término este axioma.