domingo, 2 de agosto de 2009

POR ELECCIÓN


Acaso es usted una de esas personas que califica de arrogante a las personas por poseer una mente independiente? de cruel por su inflexible integridad? de egoísta por haber tenido el valor de actuar concientemente convirtiéndose en el único responsable de su vida? Acaso usted califica a las personas de implacables por la férrea autodisciplina con la que llevó a cabo todo, de codiciosos por su poder creador de riquezas, de parásito por ser un inconcebible generador de éxitos, de antisocial por haber poseído la visión de aventurarse a caminos no descubiertos, de explotador y vulgar materialista al que mantuvo vivos a sus empleados con el trabajo ganado y remunerado justamente?

Acaso conoce usted el estado de ánimo de quienes ocupan un lugar secundario en la vida? Aquellas personas que están dominadas por el odio hacia los logros de los demás. Mediocres que no hacen nada más que estar estáticos, temblando ante el trabajo de otros por miedo a que resulte mejor que el de ellos. Así, en vez de admirar el éxito ajeno, lo envidian construyendo su sueño de grandeza en dónde todos los reconocen y son inferiores a ellos. Ciegos de que su sueño muestra la infalibilidad de su mediocridad. Estas personas no tienen ninguna idea de la soledad que se sufre estando en la cumbre, la soledad de anhelar a un igual, una persona digna de admirar y respetar. Semejante sueño mezquino es exactamente el que el virtuoso no podría soportar.

Así, sí la autoinmolación es lo que propones, te digo es una batalla sin sentido, y pongo fin a la misma quitándome de en medio declarándome en huelga, llevándome a la razón humana conmigo, es una cuestión de elección, nunca estaré de acuerdo con la doctrina de las recompensas no merecidas y de los deberes no recompensados, contra el dogma de que la búsqueda de la felicidad es pecado, contra la doctrina de que la vida es culpa. Por naturaleza, el ser humano es racional; pero es cuestión de elección que se lleva a término este axioma.

UN AMOR NOBLE


El amor es la expresión de los propios valores y, más allá de una virtud, es la mayor recompensa que se puede ganar por las cualidades que se cultivan en la vida y en el carácter. Así, cada cual se sentirá atraído por aquella persona que refleje la más profunda visión de sí mismo, aquella persona cuya adoración le permita experimentar un sentimiento de autoestima.

Por ello, el hombre convencido de su inutilidad se arrastrará hacia una mujer que desprecia, porque ella refleja su propio ser y lo libra, al mismo tiempo, de su realidad objetiva en la que es un fraude prestándole una ilusión momentánea de su propio valor y su propia condena.

Por el contrario, todo aquel que se sienta orgullosamente seguro de su propio valor deseará a la persona de carácter más elevado que pueda encontrar, aquella persona a quien admira, a la más fuerte y difícil de conquistar; ya que sólo la posesión de una heroína o héroe le dará sentido de plenitud muy diferente de la posesión de una prostituta o perro descerebrado.

A su vez, amar a una persona por sus virtudes no tiene sentido, pues merecido lo tiene, se lo ha ganado; pero amarla por sus defectos es auténtico. En este amor sacrificamos lo más precioso e importante: nuestra conciencia, razón, integridad, el amor propio; para rendirle un verdadero tributo a esta especial persona.

La más alta virtud será la capacidad de experimentar la alegría de vivir en la misma forma que el otro la experimenta, en donde el deseo no es una respuesta corporal sino el triunfo de uno mismo y de la voluntad de vivir. Considero, así, pecado dejar la vida pasar sin hacer nada por conservarla y sin notar que el amor más noble nace de la admiración.

SENSACIÓN DE LIBERTAD


“Juro por mi vida y mi amor por ella, que jamás viviré para nadie, ni exigiré que nadie viva para mí” Ayn Rand

Mas allá de lo que somos, nosotros movemos al mundo, compartimos un universo puro en donde rechazamos el desastre, poseemos un impulso irresistible de lucha y voluntad y, un sentimiento glorioso de la habilidad para vencer. No trabajo más que un beneficio propio, que me he ganado honestamente sin ser esclavo ni capataz de esclavos.

Precisamente, mi vida es una línea recta, entre un propósito a otro más elevado, con el conocimiento que cada día de lucha no es desperdiciado sino que cada uno contiene todos los anteriores. Odiaría ser admirado sin razón, de una forma ciega, emocional e instintiva; no me importa ser admirado por el corazón de cualquier persona, pero si me importa ser admirada por la cabeza de las especiales.

Justamente, busco la felicidad y, más aún, la experiencia de una sensación mayor que es la bendición de ser uno mismo y de estar enamorado de existir en este mundo. Es esa la sensación de encontrarme en medio de una corriente de aire limpio con una inmensa liberación, como cuando uno recién ha tirado un peso de los hombros, sin preocuparme de lo que los demás pensarán, y con el alivio de que esto en realidad no me importa.